El 14 de diciembre Yolanda Fuenmayor nos envió a través de Cuéntanos la anécdota que compartimos hoy con todos ustedes.
La historia que se narra ha venido acompañada de un detalle de mágica sincronicidad que nos asombra y apunta de nuevo el buen camino que llena nuestra alma de alegría y gratitud.
Preparando esta nueva edición del Bloguetín, hace un par de semanas le pedimos a la autora de la historia que nos enviara una foto para acompañar su texto en esta publicación y desde ese momento comenzó la movilización de todo el grupo del OUSB ya activo en el capítulo PRO DOC y de la misma Yolanda, que bajó su arsenal fotográfico e inició la «búsqueda y captura» de esa imagen que ilustrara sus palabras.
Así, para que supiéramos que estaba en plena faena, nos envió estas -podríamos decir ahora que son «Meta-fotos»- de los cajones donde conserva su memoria histórica particular en los que se sumergiría para encontrar el testimonio de su anécdota y para dejar constancia de que no se había dormido en los laureles cuidando a su Gran Danés… ¡Ahí debe estar la foto y la voy a encontrar!
Como si nos hubiese estado escuchando nuestro querido Alexis Páez, nacido no por casualidad el 14 de febrero y a quien le seguimos celebrando su existencia, con el recordatorio de su cumpleaños que permanece en las RRSS, ha llegado la foto, el testimonio por el que esta semana tantas cajas se han desempolvado, llenando de sentimientos y reminiscencias nuestros corazones por todo lo compartido.
Pues ahí estaba, flamante, la foto del montaje de La Doncella de 1986, con una sonrisa enorme frente a nuestra mirada incrédula… Gracias de nuevo querido Alexis, por todo, porque nos dejaste ese gran libro y registraste cada una de las escenas que bien han merecido la pena recordar siempre para seguir presente en esta tierra, y ¡Feliz cumpleaños querido amigo! ¡Aparecieron las fotos señores…!
La selección de declamador del poema de La Doncella.
Los esfuerzos por aplicar lo aprendido en función de la hermandad.
Yolanda Fuenmayor
Nos encontrábamos realizando los primeros ensayos de la Doncella con el Grupo Instrumental y Alberto preguntó por voluntarios para recitar el poema. Varios coralistas levantamos la mano, probamos y la decisión se redujo a escoger entre Lisbeth Rojas y la que escribe.
Como en todo grupo hay sub grupos, unos más amigos que otros, que estudian juntos, que han compartido más y la cosa llego a una división donde unos gritaban Lisbeth! Lisbeth! y otros Yolanda Concejal!, Yolanda Concejal! (esto en alusión al hecho de que yo había sido electa delegada al consejo académico en una elección estudiantil).Debo reconocer que yo soy buena declamadora, pero Lisbeth es tremenda declamadora y la última decisión era de Alberto.
La más acertada por el bien del coro: Lo haríamos las dos. Así que nos reunimos Lisbeth y yo, discutimos las partes, llegamos a un acuerdo, formamos un equipo y todos quedaron contentos.
Recibimos también las palabras de Adriana Sarmiento que nos ofrece su reflexión sobre esta anécdota y que la incluimos porque logra poner en valor el significado que tiene para muchos de nosotros la escuela de vida que hemos recibido de las manos de nuestros queridos maestros Alberto Grau y María Guinand.
Elegir el bienestar general
Adriana Sarmiento Manuitt-Bourdy
Hermoso ejemplo: Ahí cada una era evidentemente mejor que la otra. Calidad garantizada. Los amiguismos naturales dividían al coro en dos.
El líder podía utilizar su jerarquía para escoger a una sola declamadora y dejar a la otra mitad del coro triste. Podía así crear una dinámica grupal de ganadores y perdedores. Separación garantizada.
Decía Jung que “El verdadero líder se deja guiar”. La escucha dirigió a Alberto Grau y le permitió elegir por el bienestar general.
Nos dio una lección de liderazgo y la alegría de escucharnos a todos. Además, dejó que las declamadoras se repartieran el rol, enseñándonos la importancia fundamental de delegar con confianza para propiciar la verdadera posibilidad de negociar.
Aprendí que tenemos siempre la opción entre la competencia separadora o la unión de la escucha. Entre coralistas ¿qué elegimos? Alberto compuso ahí con dos notas declamadoras un tejido humano armonioso. Siempre lo sabe hacer.
Su elección me marcó para siempre, quedando eternamente agradecida al maestro y siendo inevitablemente exigente del bienestar grupal, tan invisible y poderoso como la buena música.
Qué hermosa anécdota. Guardo maravillosos recuerdos del estreno de La Doncella. Gracias por el retorno de los «Biernes»… sí, con B de Buenísimo!!!…. los quiero en moles… Marrí
Muchas gracias Marrí querida. Lo hacemos con mucho cariño y se lo dedicamos a tod@s los que como tú con tu comentario a nos animan a seguir adelante. ¡Gracias de nuevo querida amiga!