Dr. Ludwig Schmidt: Un amigo sin fronteras

Ludwig-diacono

Por Carlos Poitevien

Antología

En el año 1965, en la ciudad de Los Teques, importante Capital del Estado Miranda en el País Petrolero más rico de América Latina, asistía a clases, en un Liceo de los Sacerdotes Salesianos, el Liceo San José, un joven cuya mirada curiosa observaba a su alrededor a los incipientes estudiantes, que como él, daban inicio al aprendizaje del primer año del bachillerato. Allí lo conocí como a todos los de mi curso.
El sistema educativo Salesiano era accesible a todos los jóvenes de la zona, sin distinción de clase social, aunque también, y en un alto porcentaje, eran estudiantes que provenían, principalmente de la región metropolitana de Caracas, Capital del país de la llamada en aquel momento, solamente Venezuela, con aproximadamente, cinco millones de habitantes.

Esa interrelación multigeográfica y con originaria diversidad nutría culturalmente a todos los del Liceo. Se aunaba a esto la calidad de profesores que esgrimían sus artes del conocimiento en todas las materias. En este grupo resaltaban el Sacerdote y Prof. Jorge Lösch quien hubiera podido dar todas las materias de ciencias debido a su gran bagaje científico, políglota, ya que sabía Alemán, Francés, Inglés entre otras lenguas.

Un estudiante singular

Ludwig era el eterno estudiante que asomaba preguntas que otros no se atrevían a hacer, dado su alto sentido de curiosidad por el saber. Su razonar era muy peculiar porque se adelantaba a los programas y nos dejaba nublados con inquietudes, ante las cuales sentíamos que nos obligaba a estudiar más allá de lo que queríamos, porque los profesores se explayaban sin límite de tiempo, dada la complejidad de los temas que implicaban, y más para unos párvulos como nosotros, pichurros de 12 años de edad.

Pronto formamos grupos de compañeros para jugar futbolito, con simples pelotas de goma; basquetball, y posteriormente grupos de trabajo para tareas escolares; Luego integramos parte en competencias olímpicas juveniles con lanzamiento de jabalinas y de pesas. Y años más tarde Rovers Scouts asociación ésta que nos ayudaba a determinar nuestros escollos que podríamos encontrar en la vida y cómo superarlos: Allí estábamos Francisco Centeno, Roland Starke, Joaquín Alfonso, William Pino, por supuesto Ludwig y el que relata esta historia. Todos juntos estuvimos en la toma de la Casa Nacional Scout acompañando al Padre Alejandro Moreno para luchar por nuestros derechos, junto a otros compañeros de otros cursos como fue Sandro Liberatoscioli, también considerado un estudiante destacado y posteriormente exalumno también de la USB, al igual que Ludwig

El llamado espiritual

En aquel tiempo, también realizábamos ejercicios espirituales en los llamados retiros que nos ayudaban a repensar el pasado y a mirar hacia el futuro. Todos los cinco años del Liceo, al menos una vez al año, era recomendable. Se agregaban a estas actividades otros estudiantes como Alejandro Díaz y todos aquellos que sentían la inquietud de un mundo mejor.

Y ese aspecto, el de un mundo mejor, fue lo que hizo que Ludwig se adentrara en el mar de la búsqueda interior espiritual, de la trascendencia del hombre como creación excelsa de Dios. A su sentido de interioridad reflexiva se aunaba Dios directamente a su ser.

Cada sueño, un camino

Ludwig, graduado en la USB de Ingeniero Electrónico, sorprendió a muchos. Había cumplido una meta que había proclamado en voz alta y decidida en el escenario de graduación del Liceo, al contestar que quería estudiar, más por haber conseguido distinciones como uno de los mejores estudiante.

Su sueño hecho realidad lo llevo a cargos importantes dentro del aparato productivo. Cada vez que lo encontraba, por azar, su ganas de superarse, de rebozar de utilidad y de beneficio a la comunidad se me mostraba esponjando su realidad hacia retos cada vez más complejos. Me hablaba de proyectos para coordinar grupos de rescate y salvamento por medio de helicópteros sobre la gran capital.
Yo, por supuesto, me quedaba asombrado, era el otrora amigo Ludwig.

Convenciones Cristianas

El camino espiritual se nos abre de repente: “por el oír la palabra de Dios, entra la fe”, pero dice en Juan 6,60 sobre las Palabras de vida eterna que…”Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?” y es que de una vida fútil a cada uno le tiene Dios un camino para llegar a Él. Y así fue su camino y el mío, que nos juntó en Guarenas en un Congreso, ya que colaboraba con la Iglesia de Lagunetica regida por la Congregación de Los Misioneros de los Santos Apóstoles, donde estaba el Padre Vincent, norteamericano junto con otros hermanos y los asistía en contabilidad. Simultáneamente, colaboraba con la Iglesia de La Macarena.

Un bautizo, la despedida

En 1993 tuve gemelas univitelinas. Las Bautizaron el Padre Olaso, en aquel entonces director de Derechos Humanos de La Fiscalía y Ludwig Schmidt, cada uno con cada una las bautizaron, algo muy familiar, muy sencillo.

Todos estos años le enviaba fotos en sus cumpleaños a través de las redes sociales y siempre se sorprendía, con alegría porque era de carácter muy jovial. Todo parecía ir bien, hasta que murieron sus padres. Luego su enfermedad, su verdadero acercamiento a Dios. Él no falla, nos acerca a su tiempo y cumple sus promesas más a los que se han convertido en sus hijos, y así decía Ludwig, estoy listo para servir.

CARLOS POITEVIEN

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