Recuerdo un bosque, con el sol colándose entre las hojas, encendiendo con luz las lágrimas en las caras de los asistentes. Recuerdo flores blancas, mas blancas aun con el brillo del sol sobre ellas, que nos enfrentaban a la ausencia de nuestros compañeros coralistas. Recuerdo sentirme ajeno, usurpando un lugar que por mala fortuna, no ha debido ser nuestro sino de ellos. Recuerdo mi garganta estrangulada por el llanto intentando balbucear el Cántico. La emoción fue muy profunda.
Barcelona, España. Septiembre 1977.
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