Para los que no me conocen, me llamo Leo Corry, nací en 1956 en Santiago de Chile. Para 1958 ya nos habíamos mudado a Venezuela, y desde un principio el país—con su paisaje, su gente y su cultura—se nos metió bien adentro a todos en la familia. Estudié en el Colegio Moral y Luces. En 1973 me incorporé a la CUSIB, lo cual me abrió el mundo del canto coral. Me gradué en 1977 de matemático en la USB y subsecuentemente emigré a Israel, donde vivo desde entonces. Aquí formé mi familia con Efrat, e hice mi doctorado y mi carrera académica en la Universidad de Tel Aviv. También trabajé muchos años como asesor en varias empresas de tecnología de data storage.
En el verano de 1983, Alberto Grau fue invitado a Israel a dirigir un taller de música coral venezolana en el marco de la Zimriya, encuentro anual que se celebra desde 1952 y hasta el día de hoy, con la participación de coros tanto locales como extranjeros. La Agrupación Coral Eshkol, en la que cantaba desde que llegué a Israel en 1977, participaba todos los años en el encuentro.
Al recibir el programa planeado para ese año no pude creer lo que mis ojos leían, anunciando la inminente visita del Maestro. ¿Será una equivocación? Se estudiarían varias piezas que se presentarían en el concierto de clausura, entre las que estaban, según me acuerdo, Mata del Ánima Sola.
No sé qué pensamientos habrá tenido Alberto al planear su viaje y cómo pensó organizar un taller de ese tipo en estos lados del mundo, donde presumiblemente nadie tendría idea de lo que se dice y de lo que se canta. Estoy seguro de que no se esperaba de ninguna manera la sorpresa que yo le tenía preparada.
Junto con cuatro amigos que también cantaban en Eshkol (otros dos venezolanos y dos argentinos), hacía ya algunos años que teníamos un pequeño conjunto de música latinoamericana con instrumentos que nos habíamos traído al emigrar, y nos paseábamos por todo el país dando pequeñas actuaciones (“matando tigres” – creo que sería la expresión correcta).
Imagínense la expresión de sorpresa de Alberto al entrar al salón donde se desarrollarían los ensayos y ver que lo esperaban cuatros, maracas, tamboras, y hasta un furruco. En pleno medio oriente!! Bueno… y además, cinco instrumentistas que podrían acompañar las piezas, y hasta un cantante para el solo del Mata. Me acerqué a él y le dije quién era yo. No estoy seguro de sí para aquel entonces todavía se acordaba de mí en los años de la CUSIB, pero el abrazo fue inmediato, grande y cariñoso.
El taller y el concierto fueron un éxito total. Alberto recibió también una cerrada ovación de todos los participantes, al saberse la alegre noticia del nacimiento en Venezuela de su nuevo hijo Luis Alfredo.
Nos vamos a Nirim
Al finalizar el encuentro invité a Alberto a visitar mi casa. Yo vivía en esa época en un Kibbutz en el sur del país, Nirim, y también vivían ahí los otros amigos latinos del coro. Como muchos otros, tal vez Alberto tenía cierta incertidumbre de lo que es un Kibbutz y cómo se ve eso. Algunas veces, la gente piensa que se va a conseguir algo como esto:
Estoy seguro de que no pensó que llegaría un lugar tan verde, florido, y bien cuidado.
Lo hospedamos como a un rey, y me acuerdo de que disfrutó sobre todo los quesos locales y las increíbles frutas de verano: uvas, patilla, melocotones, melón…
Tuve el orgullo de hospedarlo en mi modesta casa de entonces, y lo que es más importante: pudo llamar desde Nirim a María para alegrarse y ponerse al día sobre el recién nacido (no se olviden que en aquellos años llamadas a larga distancia eran un poco más complicadas que hoy…).
El reencuentro con Alberto fue inesperado y súper emocionante, y sólo se repetiría en Madrid casi 40 años después, en octubre del 2021. Ni hablar que la emoción se repitió, y desde ya me preparo para repetirla una vez más en Madrid en septiembre.
Emigrante Global pero la llevo conmigo
Emigré de Venezuela en 1977, después de haberme graduado en la USB, y haber sido miembro de la CUSIB por cuatro años,
Pero Venezuela no ha dejado de ser parte de mí. Nunca faltó en mi casa ni el pabellón ni las arepas. Ni un cuatro y menos, unas maracas.
Con el chinchorro se divirtieron mis hijos, y ahora se divierten mis nietos.
Y el Grand Tour que hicimos en Venezuela en 2001 fue algo especial para ellos
Música venezolana Siempre
Mis amigos me siguen llamando de vez en cuando para matar un tigre en alguna fiesta de venezolanos
Como un DECANO
En el acto de finalización de mi período como decano en la Universidad de Tel Aviv en octubre del 2020 (a través de Zoom, por supuesto), nadie se sorprendió de que los organizadores trajeran un conjunto de música latinoamericana para celebrar, pero lo que sí sorprendió a muchos de mis colegas fue la identidad de uno de los músicos- porque nadie se esperaba al mismo decano homenajeado.
Como Padre
Mi hija Avigail (nacida en Israel) es una gran amante y conocedora de la música venezolana
Como abuelo
Y ya estoy educando a la tercera generación de música venezolana en Israel
Parafraseando una expresión que se usa mucho en este país: “Aunque pasen muchos años, tú puedes haber salido de Venezuela pero la querida Venezuela nunca se saldrá de tí.”
Nos vemos en Septiembre. Llevaré las maracas.
Excelente me encantó mucho!! Es increíble como nuestra música que llevamos en nuestros genes da la vuelta al mundo. Gracias Leo. Y gracias al proyecto documental.
Leo!!!!!! Que chevere tu relato!!!! Linda historia de como tus raíces venezolanas han dado frutos tan lejos y a tu descendencia!!!! Muy grato leerte y ver y escuchar tu material de apoyo!!!! Gracias por ese regalo tan personal!!!! Espero compartir de nuevo contigo en Septiembre en Madrid para afianzar nuestra reciente amistad pero con ataduras de aficiones, personajes y querencias comunes!!!!!