Recuerdos de un ayer

TODO EN NOMBRE DEL ARTE
REPORTA: Olguita González

La gira de la CUSIB en 1980 fue maravillosa, fantástica, espectacular y llena de muchas vivencias lindas que todos compartimos. Pero en esta ocasión lo que les quiero contar es algo que me sucedió a mí en Vaison La Romaine

Primero debo aclarar que para ese entonces yo tenía 16 años, aún estaba en bachillerato. Así que era la más pequeña del grupo y por eso muchos me cuidaban como a una hermana menor e incluso, personas como Zoila, a quien agradezco mucho su cariño, me trataban como a una hija.

Como recordarán, en el Festival cada uno de nosotros tenía la oportunidad de inscribirse en un taller. Yo, a diferencia de los demás que optaron por hacer los talleres de música coral, escogí el de Danza típica de la zona. Todos los talleres terminaban en una presentación en alguno de los sitios acondicionados para los conciertos, salvo el de danza que, en lugar de ser en un escenario, fue bailando por las calles del pueblo.

LA AVENTURA

Al terminar el evento, una familia francesa (papá, mamá y dos niños) se me acercó y muy amablemente me hizo saber con señas -para salvar las diferencias idiomáticas- que querían invitarme a su casa. Yo, completamente confiada, los seguí hasta el carro y me fui con ellos. El pueblo era bastante pequeño, sin embargo, ellos tomaron por un camino solitario por el que nosotros nunca habíamos pasado y que nos llevaba cada vez más y más lejos de las zonas más pobladas.

Al cabo de un rato -con seguridad habrán sido pocos minutos- finalmente llegamos a una cabaña muy hermosa montaña adentro. Una vez en la sala, el señor se ausentó y comenzó a sonar una música que inmediatamente reconocí. No cabía del asombro al comprender la razón por la que me habían invitado. Todos nos miramos con alegría y sonrisas que decían más que las palabras que cada uno en su idioma hubiera podido pronunciar. Lo que ellos querían era mostrarme y escuchar juntos un LP del maestro Juan Vicente Torrealba y expresarme así su admiración hacia él… A mí se me arrugó el corazón al ver a esta familia fascinada con nuestra música y les agradecí mucho el cariño y la atención.

Nos quedamos un rato disfrutando el disco, luego merendamos y, calculo que como una o dos horas después, me llevaron al campamento.

LAS CONSECUENCIAS

Y bueno, ya se pueden imaginar lo que pasó… En el campamento todos estaban preocupados, no sé si ya estarían pensando en llamar a la policía. Por supuesto que me regañaron por haberme desaparecido y, peor aún, por haberme ido con personas desconocidas. Afortunadamente luego de que les conté lo que había pasado, la situación se suavizó… la música hace milagros, además, seguramente que en el resto del viaje me porté mejor jajaja.

Los recuerdos son muchos y todos son gratos
Un abrazo inmenso a todos

NOTA DEL EDITOR: Muchas gracias Olguita por contarnos tan osada aventura con final feliz. Otra vivencia que recibimos a través de la sección Cuéntanos

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