Roberto Ojeda: buscar, valorar y amar nuestras raíces

«Apenas comencé estudios en la Simón Bolívar, mi inquietud musical me llevó a ingresar a la Coral Universitaria y bueno ya lo demás es historia…»

Así comienza Roberto Ojeda Tovar una vida repleta de arte que encontró el cauce de su vocación bajo la dirección del maestro Alberto Grau en la CUSIB de 1979.

Lo que nos cuenta Roberto hoy en su testimonial es una muestra patente de la importancia de la educación y de la huella que puede dejar el buen maestro para que prospere y se desarrolle la inclinación que una persona siente para dedicarse a un modo de vida.

Palabras que dibujan la historia de muchos de quienes llegamos a la Coral Universitaria recién «despertando del sueño infantil». Momentos en los que por primera vez nos atrevíamos a trazar las líneas imaginarias de nuestro futuro en cada uno de los pasos que dábamos por los salones de clase, los pasillos o los jardines de aquella Universidad. Fue en ese hogar hecho de melodías polifónicas, en ese hogar llamado CUSIB -en aquel momento la Coral Universitaria-, donde comenzamos a ser y a forjar lo que sería nuestro porvenir…

«Desde la adolescencia supe que quería ser músico, fue una época donde donde ser músico era casi que un estigma, la sociedad te obligaba y por ello mis padres siempre quisieron para mí una carrera tradicional, ingeniería, medicina o administración, así ingresé a la Universidad Simón Bolívar, a estudiar química, pero mi tiempo lo compartía con mis estudios musicales. Para mí la Coral Universitaria fue abrir un mundo de experiencia, en primer lugar, porque conocí muchas personas con las cuales todavía conservo relación a pesar del tiempo y la distancia pues quedó la amistad, quedaron los recuerdos, quedaron todas las vivencias.  Algunas de esas personas ya no están entre nosotros pero las recuerdo con mucho cariño. Fue una escuela que en mi caso particular, me sirvió como plataforma para continuar mi carrera profesional. Fue una base que me permitió consolidar algunas vocaciones y me permitió también reforzar algunas ideas que tenía y desde ese momento supe que me iba a dedicar al canto.»

Roberto Ojeda y la Coral de la Universidad Metropolitana

Eran los años 90 y hacía mucho tiempo que añoraba regresar a la actividad coral. Algunos temas familiares me habían impedido volver a cantar “en serio” después de 1977, cuando terminó la gira de Aberdeen. Así comenzó mi ayuno de canto coral que duró varios años.

Trabajaba en la Unimet cuando nos anuncian que están recomponiendo la Coral con un Director que tendría la labor de rescatar una coral inexistente y prácticamente fundarla de nuevo. No esperé ni medio minuto para sumarme a sus filas y reclutar a todo el que tenía a mi alrededor. Ese Director fue mi amigo y Maestro Roberto Ojeda. Con Roberto reviví la “Pasión por Cantar”. Siempre le estaré agradecida por su entusiasmo y profesionalidad. La Coral de la Unimet formada por estudiantes, profesores y empleados hizo, con Roberto a la batuta, música coral de una gran calidad y ha podido mantenerse a la altura de esos comienzos con sus sucesivos directores.

La profesora de técnica vocal, de lujo, era la Maestra Aída Navarro. Además, era un grupo muy heterogéneo y divertido, las reuniones sociales eran unas guatacas que duraban toda la noche. La Coral cantó en su graduación de Dirección Coral del IUDEM con el Maestro Rugeles de jurado, el grupo estaba muy nervioso porque el compromiso era grande, pero salimos adelante. Finalmente, quiero felicitar a Roberto por su carrera en dirección coral, canto lírico y su trabajo en el rescate de partituras de música coral venezolana. Todo esto lo relata en su hermoso testimonial.

Edna Ruckhaus

En su testimonial, y ya con muchos años de experiencia como cantante lírico, director coral y editor musical, Roberto se permite la licencia de tocar puntos sensibles de aquellas vivencias que marcaron el rumbo de su vida.

Todos los que supimos valorar aquellas enseñanzas en la figura del maestro, nuestro querido Alberto Grau, nos dejamos tocar por la influencia que dejó un sello indeleble reconocido en la disciplina, el nivel de exigencia, la búsqueda de la perfección en algo tan etéreo pero tan contundente como la interpretación musical, y que hemos podido trasladar a otros ámbitos de nuestra vida. Nos gusta pensar que eso ha logrado mejorar nuestra la calidad humana, en lo personal y en lo profesional. Pero hay algo muy cierto: esa influencia se ha convertido en la argamasa que nos mantiene unidos después de tantos años.

El Maestro

«Al principio Alberto resultaba una persona intimidante por su fuerte carácter, como buen escorpiano. Uno se aproximaba a él quizás con temor porque en aquella época uno era muy joven, quizás muy inexperto, pero detrás de esa imagen de ese hombre inescrutable, por decirlo de alguna manera, existe una persona con gran sensibilidad para la música de lo cual uno aprende e identifica con su criterio estético. Ya luego con el tiempo, con la experiencia y con la formación lo vemos de otra manera, porque uno pasa a ser colega y no es lo mismo ver a un maestro desde los ojos del principiante que verlo con los ojos del profesional, son consideraciones y situaciones distintas. Ves entonces a una persona que te brinda su experiencia, su conocimiento, que te ofrece todo su bagaje.»

Posiciones en el coro

«Recuerdo muy claramente la expectativa que tenía la gente con respecto a las posiciones dentro del coro. Mientras más a la punta del coro estabas eras el menos imprescindible y si estabas al centro, pues eras el más importante y eso creaba cierto tipo de celo. Ese tipo de favoritismo por decirlo de alguna manera, considero que a veces resultaba nocivo porque se creaba una especie de pugna de «a ver quién era el más importante o quién era el que lo merecía y el que no lo merecía» era como una cuestión de premio-castigo. Después, con el tiempo, ya como profesional entiendo que quizás esa táctica funciona, pero, si el nivel del coro es parejo, que esa es otra consideración que uno debe tomar en cuenta, entendí que cuando tú tienes coralistas de distinto nivel vocal o de distinto nivel musical evidentemente tienes que tener un pilar donde apoyarte. Ya cuando tú manejas un nivel vocal y musical parejo cambia ese tipo de sistema de premio-castigo.»

Coral Universitaria Simón Bolívar 1980

«Estuve en la CUSIB desde el año 79 hasta el año 83; fueron cuatro años. Posteriormente ingresé como miembro fundador de la Camerata Barroca de Caracas que, justamente, sobre lo que estábamos hablando, era un coro donde el nivel vocal y musical era prácticamente homogéneo. Allí participé en montajes extraordinarios como por ejemplo el estreno en Venezuela de la Misa Si Menor de Bach que se hizo con la Camerata. Para ese momento estudiaba música en el Conservatorio Juan José Landaeta y paralelamente continuaba mi carrera, mis estudios universitarios en química.»

Roberto Ojeda en medio de un grupo del Orfeón Universitario USB, durante la gira a Philadelphia 1982 (Alfonso Mosquera, Susana Lovera, Aida Flores, Susi Escalada, Luz Marina Acuña, María Emilia Rial y Elssen Beatrriz Lombó)

«Posteriormente ingreso en el Coro de Ópera de Teresa Carreño del cual con el tiempo me convertí en director. Desde ese momento, hacia 1990, supe que lo mío era el canto lírico. Ingresé a estudiar la licenciatura en música en el Instituto Universitario Estudios Musicales en la mención de dirección coral y allí obtuve el título después de haber obtenido la licenciatura en química en la Universidad Central de Venezuela, pero ya mi carrera estaba marcada pues estuve dirigiendo el Coro de la Ópera, también fui director de la Coral de la Universidad Metropolitana, el Grupo Vocal Sacro, que era un grupo profesional destinado a solemnizar bodas, matrimonios, funerales, etc.»

Aída Navarro, cantante y profesora de canto

«En ese tiempo estudié canto con la maestra de Aida Navarro, para mí una de las mejores maestras de canto que ha habido en este país y después con la maestra Lucy Ferrero. Mi carrera como cantante se orientó a la ópera y tuve la suerte de participar en producciones de altísimo nivel, no solamente en el Teresa Carreño, sino en el teatro Juárez de Barquisimeto, en el teatro Municipal de Valencia, en el Cajigal de Barcelona en la época en que aquí en este país se hacían hasta siete producciones de ópera al año y bueno, participaba bien sea como director o bien como director de coro o bien como solista. Recuerdo particularmente el año 2001, año del centenario de Verdi, se hizo Falstaff en el festival de homenaje a Verdi que se realizó en el teatro Teresa Carreño que disfruté mucho. En ese año también recuerdo que se hizo un musical de Stephen Soudheim, Sweeney Todd,  la primera vez que se hacía en Venezuela y me tocó hacer un papel fantástico
También en el Ateneo de Caracas que tenía lo que se llamaba la Temporada de Ópera Breve, hacían óperas del 45 minutos o hasta una hora, tuve la oportunidad de cantar óperas de autores contemporáneos como Stravinsky y Stevenson etc., etc., en producciones hermosas.»

«A partir de allí me dediqué al canto después de concluir mis estudios de maestría en la UCV en Musicología Latinoamericana, combinaba el canto con la edición musical porque entonces estuve al frente de la desaparecida Fundación Vicente Emilio Sojo por más de 15 años y estando allí, a cargo de la parte editorial donde se hicieron más de 70 publicaciones relacionadas con partituras, estudios, discos compactos. Igualmente se hicieron congresos, seminarios, es decir, una actividad intelectual combinada con la actividad artística. Se editaron también obras de música coral venezolana, partituras de piano o partituras de guitarra, o sea, una variedad de obras de mucho valor. Lamentablemente la Fundación Vicente Emilio Sojo fue liquidada y digamos, en ese aspecto, el sector público del país se quedó sin una institución dedicada a la edición musical y creo que en el plano privado tampoco hay nadie que esté dedicado a eso a salvo algunas publicaciones que a veces ha hecho la Universidad de los Andes. Yo siento que eso es algo que debe continuar y que debe recuperarse porque tenemos un tesoro musical inmenso que debe darse a conocer. Estuve activo hasta más o menos el año 2017 y en los últimos años evidentemente no se ha hecho nada por el efecto pandemia pero la actividad musical en general en todo el mundo está detenida.»

Mi preocupación por la sonoridad de los coros: El timbre

«Como cantante persigo que el coro tenga un timbre redondo, ¿A qué me refiero con redondo? que las voces no suenen planas o aniñadas, esa es mi búsqueda como director, es decir yo sé que para algunas personas ese es un criterio estético, que los coros suenen como niños o que suenen las voces planas sin vibrato. Pero a mí me parece que la voz humana ofrece muchísimo más matices y esto no significa cantar con vibrato, significa cantar con vibrato natural que es el que da la resonancia natural de la voz. En mi trabajo con los coros busco una sonoridad robusta, redonda, que no sea  plana y eso marca una diferencia con respecto a muchos coros, no solamente vocacionales sino profesionales. Hay agrupaciones profesionales en Europa cuya sonoridad es plana y eso es considerado un criterio estético, pero a mí no me gusta. Yo procuro como director lograr que el coro tenga una sonoridad llena.»

Mis estudios de canto

Los Martirios de Colón, de Aquiles Nazoa y Federico Ruiz, con la actuación de Roberto Ojeda como Criado/Marinero II

Inicié los estudios de canto formalmente en el taller de Ópera de Caracas que dirigía Isabel Palacios y funcionaba en el Museo del Teclado. Mi primer profesor de canto lo tuve en Maracaibo, ya después cuando vine a Caracas, mi primera profesora de canto Siew Tuan Loh, pero su técnica de canto no me funcionó, de hecho yo sentía que la voz se me iba recortando de registro. Esa técnica le funcionó a algunas personas pero yo cambié y empecé a estudiar con Aída Navarro con quien encontré realmente que mi voz se desarrolló y logró alcanzar el potencial que necesitaba y con la maestra Lucy Ferrero pues ya la cosa como que cambió y se terminó de pulir el instrumento. Siento que con los años más bien la voz ha crecido y tengo una sonoridad bastante natural, no es el caso de algunos tenores que con los años la voz les baja de registro y terminan cantando de barítono, no, en mi caso siento que tengo una voz bastante sana y creo que ha sido justamente por tener una buena higiene vocal, porque la voz es como los músculos y si uno lo mantiene en ejercicio, la voz siempre se mantendrá sana. Por ejemplo, hay muchas cantantes que incluso después de retirarse siguen conservando el registro, pienso que ese es el secreto de una de una voz sana, mantenerla siempre en ejercicio y evidentemente cuidar todo lo que no debe hacerse para la voz como fumar o trasnocharse o tomar alcohol en exceso, tener una buena alimentación y eso es fundamental.

Mi primera profesora de canto fue Siew Tuan Loh (a quien jocosamente llamaban Sweet and Low), en el Taller Permanente de Ópera de Caracas. Luego vendría Aída Navarro, mi verdadera y amada maestra en el Conservatorio Juan José Landaeta, y posteriormente tomé clases privadas de perfeccionamiento con Lucy Ferrero.

Roberto Ojeda Tovar

CUSIB Global

Primero, como iniciativa me parece extraordinaria porque creo que muchos de nosotros todavía tenemos la posibilidad de hacer, de crear, de hacer música y sobre todo tenemos la posibilidad de compartir; entonces creo que es bien importante como iniciativa y desde el punto de vista humano también me parece maravilloso porque uno recuerda y evoca situaciones que vivimos hace 40 años pero lo más importante es que se ha mantenido el afecto y se ha mantenido la amistad. La CUSIB fue un lugar donde no solamente hicimos música sino que se establecieron lazos humanos importantes y a pesar del tiempo y la distancia están aquí…
Siento que quedaron cosas por hacer… Muchos de nosotros quedamos con ganas de seguir adelante, independientemente de que, por ejemplo, en mi caso yo haya desarrollado una carrera musical y otros se dedicaron a su vida profesional como ingenieros o arquitectos, biólogos etc., pero sería una idea de verdad fascinante poder realizar un proyecto musical.

Rescatar, grabar y ejecutar nuestra música

Como investigador me dediqué a la música colonial venezolana, cosa que es un territorio inexplorado. Pienso que como músicos miramos más a Europa que a nosotros y eso sucede en la mayoría de los coros. Siento que los coros que mejor pueden interpretar a Bach están en Alemania, no en Venezuela y nosotros deberíamos dedicarnos a interpretar la música venezolana, no solamente la popular, porque la música popular tú la acompañas con un cuatro, un tamborcito, una guitarra y pasan los errores o pasan las fallas, pero la música colonial venezolana es hermosísima, tiene obras hermosísimas y ninguna agrupación está dedicada a eso… Entonces pienso que debe rescatarse, debe grabarse, ejecutarse y hay muchísimas obras, no solamente de Lamas, todo el mundo conoce el Popule Meus, pero hay muchos otros compositores como José Francisco Velázquez padre e hijo, como José Antonio Caro de Boesi, como Cayetano Carreño, como Atanacio Bello Montero o sea, compositores que dejaron un legado tan, tan importante… De hecho, el musicólogo uruguayo Francisco Curt Lange lo denominó el milagro musical americano y entonces, quizás por ignorancia, quizás por desinterés o incluso por desdén, porque algunos músicos venezolanos consideran a la música venezolana fea y eso me parece un tremendo error, porque yo siento que hay una música maravillosa que debe descubrirse, que debe interpretarse.

Motetes, canciones y tonos de Atanacio Bello Montero de Roberto Ojeda Tovar y Montserrat Capelán Fernández

Por ejemplo, fíjate, ¿porqué la porque la cultura mexicana es tan conocida? porque ellos aman su cultura, ¿porqué la comida mexicana y la música mexicana ha dado la vuelta al mundo entero porque ellos aman su cultura son nacionalistas en ese sentido pues el venezolano lamentablemente no ama su cultura entonces eh por eso te digo pues pretender nosotros como venezolanos interpretar música alemana o música inglesa mejor que ellos es un despropósito, entonces yo pienso que uno debe buscar, valorar y amar sus raíces, sin eso como pueblo y no solamente lo vieron el aspecto musical lo digo en todo este sin eso como pueblo nunca lograremos tener una identidad y yo creo que eso es una de las principales fallas de nosotros como conciencia y como sociedad no tener respeto por nuestra identidad.


Educación

1998 Magister Scientiarum en Musicología Latinoamericana, UCV, Caracas
1997 Licenciado en Música, mención Dirección Coral, Iudem, Caracas
1990 Licenciado en Química, UCV, Caracas
1984-1991 Canto Lírico, Conservatorio Nacional de Música Juan José Landaeta, Caracas
1982-1986 Canto Lírico, Taller Permanente de la Ópera de Caracas

Ahora, los dejamos con el testimonio en primera persona, con ustedes Roberto Ojeda Tovar